En relación a las prácticas cotidianas, la imagen de ciudad-pueblo, situada en el campo por fuera de la metrópolis es un imaginario en disputa como resultado del avance del periurbano sobre el Partido de Luján y la creciente rururbanización de sus localidades. Mientras la población adulta del centro de la ciudad cabecera mantiene un imaginario de ciudad rural vinculada a la religiosidad, en los cordones periféricos descritos en ejido urbano ese imaginario no está tan presente. En estas áreas, la relación con la virgen de Luján es variable pero existe una hiáncia entre la ciudad como infraestructura de soporte, incluido su patrimonio tangible (Basílica y casco hisórico), con la imagen sacra de virgen.

Por su parte, en las zonas rurales la mencionada disputa imaginaria se expresa en el territorio mediante diferentes modelos de vida: uno el de los amantes del contacto con la naturaleza en el marco de una vida de estilo rural, austera y de trabajo. Otros, también amantes de la naturaleza, desarrollan un modelo claramente rururbano, basado en la implementación de elementos urbanos en áreas rurales: los barrios cerrados, clubes de campo y clubes de chacras.

Ésta tensión entre modelos “rurales” se fundamenta en concepciones diferentes de la vida en sociedad y la sustentabilidad ambiental. Mientras los primeros se proponen inmersos en el ambiente, adquiriendo responsabilidades (a veces fuera de época) respecto a su relación con la naturaleza y su sustentabilidad en el tiempo; los segundos no asumen responsabilidades sino que la pretenden a su disposición, sin mayores preocupaciones por el impacto que sus acciones tienen sobre la naturaleza y su sustentabilidad (incluida la propia).