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Instancia Política

Descripción General

En esta instancia se analiza el ensamble de poderes que se ejercen en un lugar o en un espacio dado; y, para ello aborda todo lo concerniente a las manifestaciones, las organizaciones-relaciones y las representaciones de dicho poder, entendiendo que este, en tanto capacidad de actuar, teje la sustancia del territorio, contribuye a fundarlo y elaborarlo. A tal fin, su análisis se enfoca en cuatro niveles, de lo nítido y concreto a lo más opaco y difuso: el poder puro, de quien controla a partir de la fuerza coercitiva; el poder de la autoridad, basado en el reconocimiento de la legitimidad de quien lo ejerce; el poder del juego de influencias, de las ideas creencias y representaciones que forjan la moral y los valores de una sociedad (fuertemente articulado con la instancia ideológica territorial); y el poder de dominación inconsciente, no racional, forjado en el universo de la intimidad, en la familia, la iglesia.

Desde esta perspectiva, esta instancia se articula con todas las otras, pero no por ello está en supremacía. Sin las otras instancias, no hay política ni poder que pueda aplicarse. En este sentido, Di Meo reconoce dos acepciones: una política, vinculada a la organización espacializada del ejercicio del poder institucional; la otra articulada sobre las asimetrías y desequilibrios en tales relaciones. En ambas acepciones se entiende que el poder se manifiesta en todos los procesos de intercambio de energía e información; y siguiendo a Raffestín, en el capitalismo, tales procesos son asimétricos.

El Poder Puro

En el Partido de Luján, el poder puro es ejercido principalmente por el Estado y las fuerzas de seguridad; en términos de Althuser, los aparatos represivos del Estado (que son, con su accionar, primero represivos y luego ideológicos). Pero este Estado no monopoliza el poder puro en una sociedad democrática que no acepta plenamente la violencia institucional ejercida por tales fuerzas. Tal poder se comparte articuladamente con actores territoriales que ostentan los medios de producción y comercialización, sosteniendo ciertos resortes sociales que les permiten presionar sobre diferentes instancias del Estado para hacer que tal poder se ejerza de una manera u otra.

A su vez, el poder puro no es plenamente local sino que está acumulado en las instituciones estatales provinciales y nacionales, particularmente en las fuerzas de seguridad del poder ejecutivo en su articulación con el poder judicial.

En este contexto, los representantes políticos de la sociedad civil tienen un marco de acción acotado. El Intendente no tiene potestades sobre la policía local, solo puede sugerir u opinar (pero no decidir) sobre el nombramiento del comisario. Cuenta con cierto poder a través del Consejo Permanente de Seguridad Ciudadana, pero este se limita a la gestión de recursos y solicitudes de información a las fuerzas policiales. Por su parte, la implementación de las policías locales (municipales o de proximidad) no representan un mayor control por parte del municipio sino una radicación de los oficiales en el Partido.

El Poder de la Autoridad

En sintonía con lo que sucede a nivel global, en el Partido de Luján no emergen autoridades claras que puedan ostentar tal poder. Existen ciertos líderes carismáticos que poseen poder de autoridad, pero tienen las limitaciones propias del deterioro que generan sobre tal poder el paso del tiempo sin resultados y las promesas incumplidas (sea por falta de voluntad o por incapacidad para hacerlo), lo que genera un constreñimiento sobre este poder y una contención de los mecanismos que lo acrecientan.

Entre quienes pueden ostentar este poder solo aparecen personajes vinculados a la vida política local, no así figuras de las artes o del deporte, tampoco periodistas.

El Juego de las Influencias

En el Partido de Luján, el juego de las influencias se articula principalmente en torno a los elementos circulantes en el sistema educativo, en las iglesias y en los medios de comunicación. Los valores culturales descritos en la instancia ideológica, especialmente los relacionados con la tradición, ponen en relieve las limitaciones de este juego. En este contexto, las nuevas iglesias evangelistas representan un actor territorial en este juego, pero que está disperso en una importante cantidad de templos con prácticas y rituales diferentes.

Además, la proximidad a la metrópolis no deja mucho lugar a este juego para convertirse en un poder, relegando a los referentes a lugares secundarios en la configuración del sentido frente a las máquinas mediáticas nacionales de la centralidad y sus personajes.

La Dominación Inconsciente

A pesar de la proximidad a la metrópolis y la disgregación social que esta genera, en el Partido de Luján se mantienen ciertos principios de dominación inconsciente a través de la familia y los grupos de pertenencia. Pero esta dominación encuentra algunas diferencias. Mientras en las localidades encuentra más arraigo en valores tradicionales como la palabra y las identitarias ancestrales, en el centro de la ciudad de Luján se dispersan las identidades desdibujándose en el individualismo porteño, donde los “empresarios de si mismo”, formados para vender su fuerza de trabajo, priorizan su actividad profesional sobre todas las relaciones sociales. Por su parte, en los barrios la relación familiares y amicales son diferentes, más lábil en su formaciones y su rupturas, pero con ciertas identificaciones territoriales claras que permiten la formación de grupos.