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Patrimonio Histórico

Descripción General

El patrimonio intangible de Luján puede entenderse desde tres perspectivas: lo histórico-religioso, las expresiones artísticas y las prácticas de la vida cotidiana.

En relación a los histórico-religioso, el patrimonio intangible de Luján está fuertemente vinculado a la imagen de la Virgen de Luján y las prácticas religiosas que la acompañan, las que encuentran sus inicios en la colonización, y se reificaron con la elevación de Luján a Villa de Españoles y la consagración de la Virgen de Luján a patrona de la Argentina, Uruguay y Paraguay en 1930, lo que conllevó una serie de reformas en la infraestructura de la zona de la Basílica de estilo neocolonial que perdura hoy. En este marco, descrito con mayor detalle en el artículo configuración temporal, los aspectos religiosos tienen un importante rol sobre la conformación del patrimonio. Sea por su relevancia económica y/o por su pertenencia a una tradición e identidad, lo religioso se articula en el patrimonio, especialmente para las poblaciones del centro, tradicionales, de la ciudad de Luján.

Tal patrimonio implica la pertenencia a un sistema religioso global, donde este sitio es referencia para Argentina, Sudamérica y, en cierta medida, para el mundo católico. Pero la masiva llegada de peregrinos y turistas, de características heterogéneas pero principalmente pobres “en su inmensa mayoría son gente muy pobre, sin una cultura ilustrada pero con un gran sentimiento religioso” (entrevista al padre Gutierrez citada en Gutman et al., 1993). Esto genera una tensión con tal población del centro identificada con la imagen histórico-religiosa de Luján, promoviendo una vivencia disociada y contradictoria del centro histórico. Tales habitantes se sienten invadidos durante las grandes peregrinaciones y se molestan por el estado en que los peregrinos dejan el área balisical, su entorno y las calles de acceso, cuando se retiran. Destacan asimismo la falta de seguridad durante los fines de semana y los robos cometidos, la suciedad de la ribera del río y su deterioro. En este sentido, la calle Francia se comporta como una frontera, al tiempo que la zona ribereña es considerada como una zona turística, por lo que la población local no la visita ni los fines de semana (“ocupada”por peregrinos y turistas) ni durante la semana.