El Partido de Luján es una zonas con un alto grado de modificación debido a la acción humana que ya está presente con contundencia desde principios del siglo XVIII. Recibe además, en su territorio los impactos de la vinculación externa en la etapa denominada agro-exportadora, y luego el crecimiento fundamental de una urbanización muy singular y el crecimiento de las industrias sustitutivas de importaciones. Vemos así que históricamente se ha generado una profunda alteración en todos sus ecosistemas. Principalmente, durante el siglo XX, en las zonas rurales y en algunos emprendimientos industriales e instituciones públicas nacionales y provinciales, el árbol comenzó a ocupar un lugar preponderante en las siluetas del transformado pastizal pampeano, de modo que se presenta en la actualidad intensas áreas en las que predominan: avenidas de circulación, arboledas mixtas en ríos y arroyos, bordes de ferrocarril y límites de estancias, así como en las áreas urbanas el árbol de la vereda se presenta como una particularidad del paisaje lujanense.

Como muestra de lo dicho, el trabajo de Tuis presenta dos censos, el primero realizado en el Campo Escuela Flandes, y el segundo en la Empresa Algoselan–Flandria. Ambos se llevaron a cabo en la localidad José María Jáuregui, por el denominado “Grupo de los Sábados” con la dirección de profesor Javier Aiassa.

En los censos resultan particularmente llamativos, por su cantidad, los renovales de robles, álamos plateados, árboles del cielo, araucarias, laurel y ligustros, habiendo ya muchos ejemplares que han logrado sobrevivir y desarrollarse con éxito, a pesar de la escasa luz que reciben. Es notable también que esto ha ocurrido en sectores donde los campamentos que cada fin de semana se realizan allí, no han impactado. También es interesante observar la dinámica natural del bosque, en el cual, ante condiciones favorables – abundantes lluvias, ingreso de luz por la caída de algún árbol viejo o que derrumbó el viento, etc. – germinan cientos de pequeños renuevos que emprenden la lucha por sobrevivir. Se forma entonces un área densamente poblada de arbolitos muy débiles. A poco de ello muchos mueren y sólo unos pocos logran prosperar, tomando altura y desarrollando tallos rectos, sin ramas laterales, generalmente mucho más delgados de los que nacieron en lugares más amplios. El bosque ribereño es un claro ejemplo de un área que al haber sido talada con el pretexto de permitir el rápido escurrimiento del agua en ocasión de crecientes, generó una cantidad muchísimo mayor de árboles que la que había. Con el correr de los años, en estado natural, volvió a ralearse, ya no hay maleza pues por falta de luz esta no crece, y la barranca del río está nuevamente despejada. Los troncos de estos árboles que crecen allí no son obstáculo alguno para que el agua corra libremente cuando el río se sale de su cauce.

A los inventarios mencionados podemos agregar que el proceso de urbanización y uso de suelos para cultivos tuvo como uno de sus efectos la fragmentación y pérdida de conectividad entre tales espacio naturales. Sobre tal cuestión, el trabajo de Bonvecchi, Serafini y Zuleta (2006) muestra que el partido está ocupado con una superficie mayor al 35% con actividades agrícolo-ganaderas, un 27,2% con praderas implantadas y restan aún un 28,2% de ambientes naturales; a pesar que el índice de forma de estas unidades naturales presenta bajos valores. Por su parte, el índice de conectividad señaló una conectividad media entre los parchos de pastizales naturales y una conectividad baja para los humedales y bosque ribereño. Los aspectos antes descriptos invitan a considerar al Partido de Luján como un ambiente fuertemente antropizado. Las excelentes condiciones del suelo hicieron que muchas especies foráneas hayan sido introducidas exitosamente. En este sentido, tales condiciones ambientales, en particular sus aspecto físicos, hacen de esta una biósfera muy dinámica que puede modificarse con facilidad.